De limpiar cloacas a exportar plástico a Europa

Limpiar el contaminado ambiente y utilizar los deshechos para producir materia prima reutilizable en energía y plástico biodegradable. Ésa es la premisa de MamaGrande, una empresa social biotecnológica liderada por tres emprendedores y Njambre Aceleradora, que arrancaron trabajando en una pelopincho de Rosario, y hoy están pensando en exportar su producción. De paso, dejaron los efluentes cloacales de Totoras en condiciones de volver al ecosistema.

El proyecto surgió hace tres años, cuando Federico Seineldin, de Njambre, le comentó a Sebastián Lagorio, quien ya venía trabajando en efluentes cloacales, su idea de producir plástico compostable, uniéndose luego Eduardo Mercovich. Luego de meses de estudios y pruebas, diseñaron un procedimiento que combina lentejas de agua y un consorcio bacteriano. Juntos, lo que hacen es convertir la suciedad de efluentes cloacales en nutrientes para una serie de plantas con propiedades especiales, capaces de duplicar su tamaño en dos días y convertir la mitad de su peso seco en azúcar.

Fermentando este azúcar, se obtiene etanol (un biocombustible), o ácido láctico. De este último surge el plástico biodegradable (PLA), pero para eso debe transformarse en polímero. Esta conversión sólo puede hacerse en grandes plantas industriales de las cuales hay pocas en el mundo por su costo: unos u$s150 M. Es por eso que por ahora la idea es exportar el material producido, sobre todo teniendo en cuenta que el PLA hasta ahora se venía produciendo con maíz o caña de azúcar, lo que implicaba producir alimentos para fines no comestibles, sumado al alto costo de producción del cultivo en el caso del maíz. Además la legislación europea limitó la utilización de campos con este destino, lo que obligó a las empresas del sector a buscar alternativas.

La materia prima obtenida de los efluentes se presenta como la ideal, lo que le abre las puertas a MamaGrande que actualmente está trabajando en los efluentes cloacales de Totoras, pero ya planea expandirse. “En esa localidad santafesina nos encontramos con que el agua no cumplía con los parámetros mínimos requeridos. Meses después de implementar nuestro proyecto, el ENRESS confirmó los resultados y hoy ese agua está en condiciones de volver al ecosistema”, explicó Mercovich a Punto Biz.

El biólogo indicó que ahora la idea es llevar su iniciativa a ciudades más grandes (Totoras tiene 11 mil habitantes) de Santa Fe y del NOA, donde ya firmaron acuerdos. “El norte atraviesa una crisis hídrica, por lo que recuperar el agua es vital”, dijo. En cuanto al destino final del ácido láctico, ya acordaron la venta a una de las dos empresas más importantes del mundo, que la destinará a empaques alimenticios. “Esta práctica ya está avalada a nivel mundial, debido a que no tiene sentido que un paquete de galletitas tarde cientos de años en degradarse cuando el producto es consumido rápidamente o dura días. El PLA puede durar entre 3 y 18 meses, tiempo suficiente para estos productos, y además no contamina”, manifestó.

Para 2015 tienen pensado levantar una planta de fermentación piloto y convertirse así en la primera empresa latinoamericana en el rubro -y una de las pocas a nivel mundial-, así como en el futuro, extender la experiencia a tambos y criaderos de animales. La propuesta local despertó tanto interés internacional que ya tuvieron visitas de universidades norteamericanas, y pasaron a sumarse a un comité mundial abocado al tema con el que coorganizarán la Conferencia de Kyoto en 2015.